Paseando por alli[Libre~]

Por acá hacía mis trabajos, la última víctima había tenido un sabor amargo, de agonía, que me quedó grabado en las papilas gustativas. El alma difunta de su marido, me vio devorarla, y quiso interrumpir, pero no lo logró. Le sonreí ladino al terminar de comer, para después escapar de allí cuanto antes, limpiándome la sangre de la boca con la manga de la camisa blanca. No había nadie, el clima estaba bien, por eso me pareció extraño.
Me pude percatar de una presencia que no era la mía, si no una persona sentada junto al poste de luz del cual yo estaba cerca.
Di unos pasos hacia ella y la observé, para después murmurar: - Te están observando- fue lo único que le dije.

Aparté mi mano, ocultando lo ensangrentada que estaba la misma. Al parecer aquella jovencita ni escuchó mi advertencia, solo se dignó a presentarse, cosa que sin querer me hizo reír.
- Ja... mi nombre es Kazuo... - mentí, mi rostro no cambió ni un poco, por lo que era obvio que no se daría cuenta. Ninguna presencia de algo extraño que no sea humano se encontraba en esa chica. Al mirarla tan detenidamente, mi ojo carmesí brilló. Pero no pude notarlo en el momento, si no, lo hubiera cubierto. - ¿Te perdiste? Eso es muy malo ~ yo puedo ayudarte - susurré.

La miré más detenidamente. Algo parecía guardar, era humana pero no significaba que debía ser inferior. Alcé una ceja, sin en ningún momento dejar de observarla. - Claro que sí. Conozco este lugar como la palma de mi mano - murmuré, dirigiéndome hacia otro lado, dándome la vuelta para llevarla a donde había matado a esas personas. No estaba seguro de qué hacer con ella. Pero tenía que volver a la escena del crimen para quedar como un pobre inocente que solo pasaba por allí. Sí. Era el plan perfecto, como siempre, yo tenía la solución a cada problema que parecía querer desafiarme. Después de todo, eso no era nada comparado con otras situaciones.

La observé correr, con una sonrisa ladina en el rostro. No podía evitar reírme, pero aguanté, para no quedar en evidencia. Solo fingí un rostro preocupado y la seguí corriendo. - Oh, por Dios... ¿Qué ha pasado aquí? - murmuré haciendo una máscara sobre mi rostro que demostraba lo "preocupado y desentendido " que estaba. Una vez que observé como había dejado los cadáveres, una pequeñísima mueca de felicidad se asomó en mis labios. Recordé su sabor a miedo, que no era el mismo que el de la mujer que también había cenado. Señalé, "inocente" más lejos, el cadáver putrefacto de la vieja. - M-Mira eso.. - mi voz tembló. Lo que fue un toque perfecto para hacer que me creyera aún más la mentira.

Esa vez me acerqué yo mismo, caminé lento, y voltee el cuerpo para observarla, recalqué lo que ella ya había visto, los rostros destrozados, irreconocibles. - Ésta también está en esas condiciones - musité, riendo en mi interior.

La miré atentamente, no intenté siquiera escuchar su conversación, porque me importaba un bledo con quién contactara, a cuantos llamara... nadie podría contra mí. Me acerqué a ella por detrás, y tiré el celular de su mano, dejándolo en el piso y una vez allí pateándolo lejos. - Mmm, señorita. Tenga mucho, mucho cuidado - murmuré utilizando ese tono inocente que había usado en todo ese tiempo. Posé una de mis manos en su hombro y lo apreté sutilmente. Me incliné hasta su cuello, y lamí de manera descarada, sintiendo como los colmillos se hacían más grandes- el asesino puede estar incluso detrás suyo. - me reí, ésta vez fuerte y nasal como lo hacía cada vez de manera normal. Un toque de malicia había en mis ojos, también esa parte de mí humana aún, el ojo verdoso, el cual brilló siendo opacado por el otro color carmesí.

- Mucho cuidado... ~ porque él puede verte con su orbe hecho de únicamente sangre. - musité al final, diciendo aquello con un tono algo musical.

Tosí levemente cuando me golpeó. Había sido tan rápido que ni siquiera me dí cuenta de que lo haría. Me levanté, mirándola con los ojos entrecerrados, y observándola como quien mira algo insignificante, como un gatito que se cree león. Miré su arma de reojo, solo un vistazo me bastó para determinar que estaba segura con ella y no dudaría en usarla. No me convenía ser cortado en esos momentos, aunque a mi cuerpo no le pasase nada del todo. - Muy bien señorita Sharon. Me parece perfecto. - la observé fijamente, intentando hacerla perder en mis ojos bicolor. La mayoría del tiempo funcionaba, en especial cuando quería hacer algo así. Algo en ellos brilló una vez más, y me sentí arrastrado por esas almas en pena que habían sido arrancadas de sus cuerpos hacían minutos, por mí. A pesar de eso, mi cuerpo permanecía en el mismo lugar, y solo era una sensación. - ¿No le parece que está mal Señorita? Yo alguna vez fui un humano como usted - ahí comencé mi juego psicológico, el cual se me daba a la perfección, que caiga o no, dependía de ella. - ... no soy algo extraño, no me diga así... yo soy un animal salvaje el cual solo buscó alimentarse - le sonreí, demostrando que mis colmillos se habían agrandado una vez más.