Solo se escuchó un estruendo que irrumpio con la calma de todos los que disfrutaban de la tranquilidd de un día domingo por la tarde en la plaza central de la ciudad.
Algunos curiosos se acercaron hasta el lugar donde se había oído aquel terrible ruido.
Un carro ultimo modelo, color negro y de vidrios oscuros se había incrustado en una pared haciendose trizas la defenza y parte del parabrisas. No se escuchaba a nadie dentro, por lo que la gente comenzó a creer que quien estaba conduciendo había muerto producto del impacto. Una mujer muy asustada llamó a la policía, otros al hospital, pero nadie se atrevía a abrir la puerta del coche para ver quien piloteaba el accidentado mercedes.
Los minutos pasaban y la multitud comenzaba a rodear el sitio de la colición sin tener idea de que era lo que había pasado. De pronto, ante la mirada atónita de todos los mirones, la puerta del piloto se abrió, lentamente, dejando ver a un hombre joven de cabello rubio salir del carro con una mano cubriendole la cara. Parecía estar mareado, pero aun asi rechazó toda la ayuda que le ofrecieron y muy lentamente se abrió paso entre la gente hasta dejarse caer en una banca donde poniendo la cabeza entre sus manos se quedó inmovil, descanzando.
Quienes se habían interesado en el accidente poco a poco se fueron retirando dejando que la policía hiciera su trabajo. El personal del hospital al no encontrar heridos también se puso en marcha y poco rato después las cosas parecían volver a la noralidad, excepto claro, por que ahora al paisaje tranquilo de la plaza se había agregado la figura de un hombre herido desplomado en una banca.