Finalmente había adquirido su librería, le había costado un poco pero ahí estaba... hacía dos meses que había llegado y después de conseguir un trabajo a media jornada para poder pagar la entrada de dicho lugar podía decir que después de un arduo trabajo podía hacer lo que a él le gustaba.
Era pequeña desde fuera, pero por dentro era bastante extensa y amplia, poseía bastantes estanterías para cada sección de libros y allí también se podían adquirir libros de texto para el instituto que no quedaba lejos de allí. Por otra parte la linrería también tenía una sección de papelería por si necesitaban algún tipo de material específico y si no lo tenía lo podía pedir sin problema alguno.
Eran las 11 de la mañana cuando decidió finalmente abrir, entró dentro quitándose la gabardina que tenía junto con el portapistola dejándolo en la trastienda. Posteriormente cambió el letrero de cerrado a abierto para luego abrir las ventanas para que el lugar se aireara y no oliera a sitio viejo y cerrado.
- ¿Qué me deparará el día de hoy? -se dijo a sí mismo Tsukumo con una sonrisa en los labios dejando la puerta abierta para luego encaminarse detrás del mostrador.