No hacía demasiados días desde que llegó a aquella ciudad y se encontrab bastante perdido. Todo el tiempo que permaneció allí no fue nada más ni nada menos que encerrado en la discográfica con sus compañeros, a los cuales ni siquiera podía otorgarles el don de ser amigos, precisamente por loq ue en general, allí, se encontraba completamente solo.
El trabajo por ese día terminó, era un atardecer anaranjado pero más que nada se notaban los destellos moreados de la noche, aviso de que no faltaría demasiado tiempo para que añocheciera.
Caminó por las calles con una mochila a su espalda. Portaba una blusa de tirantes anchos en color azul cielo y bajo esta una camisa blanca, sus pantalones eran de un tono marrón, de tela y zapatos de vestir, pareciera un típico estudiante pero para él era una vestimenta normal como otra.
Mientras caminaba se quedó pensativo y finalmente tomó la decisión de ir un rato al parque, se relajaría y, ¿por qué no? Sería bueno componer alguna canción o también, en vez de eso, dar simplemente un paseo por la zona, no sería nada malo.
Cuando quedó finalmente cerca de la entrada al parque, entró a este con calma, observando su alrededor, viendo la naturaleza que adornaba todo aquello, la fuente y los pequeños columpios para los niños, solitarios a esas horas. Suspiró y se acercó hacia uno de esos columpios, tomando asiento en uno de ellos para balancearse, estirazando y encogiendo sus piernas para impulsarse en aquel paseo.
Detuvo sus piernas y dejó que ese poco movimiento le hiciera ir de delante hacia atrás hasta que esos balanceos se hicieron más débiles. Jae tenía una sonrisa en sus labios, calmada y relajada, se sentía bien estado allí, aunque estuviese solo. Sus manos agarraban las cadenas y con suavidad se balanceó pero sin exageración, de forma suave, ligera, con los pies en el suelo para hacer los impulsos lentos.
No tardó mucho y alzó la mirada al cielo ya entre morado y azul marino, las estrellas de manera tímida se comenzaban a notar y la luna se veía creciente en lo más alto, era un espectáculo hermoso para sus ojos. Suspiró y cerró los ojos, sin detener el balanceo, tomandose la libertad e imaginar... que zurcaba los cielos.