Una hermosa melodía en el lago.

Una noche… como tantas otras que habían transcurrido en su vida, era aburrida. La misma luna, las mismas personas inconscientes de los que le rodean, y de sus peligros. Un joven chico, cabellos cortos con un par de mechones largos a los lados de su cara, caminaba con lentitud y mucha tranquilidad por aquel camino que le guiaba al bosque.

Estaba algo sumido en sus pensamientos, pensaba que sería un buena noche para tocar algo, en su diestra cargaba un estuche especial para violines, pasa él salir a un lugar alejado, no tardo mucho en llegar a aquel hermoso lago, tal como había oído, bajo la luz de la luna llena, el lago parecía lleno de vida, y muy brillante, algunos insectos y anfibios cantaban sus canciones.

Una leve sonrisa aparece en sus suaves y finos labios, era el lugar perfecto para tocar un poco de música, busco un lugar cercano al lago, se sienta sobre una roca algo grande, al borde del lago, suspira relajándose un poco de aquella caminata, no se sentía cansado, simplemente era un reflejo el querer suspirar, abre su estuche y con delicadeza saca un violín de madera, se veía brillante y bien cuidado.

Toma posición para comenzar a tocar aquel instrumento, trancando sus ojos se concentra en la música que quiere tocar, y a los pocos momentos tocaba con destreza una suave melodía, donde parecía que la naturaleza había hecho silencio dejando escuchar las notas que creaba el joven.



(Música tocada: https://www.youtube.com/watch?v=5BQY6A3rLRY )

La fiebre arriba, el sepulcro abajo, silueta que zigzagueaba en devaneo elegante, espectral columpiándose en el soplo de la brisa reinante y desde allí su cabellera larga se enredaba y acariciaba, alzaba cual tentáculos y le rodeaba para acorralar la delgada figura que extendía los brazos hacia los costados. Sonrisas mudas y orbes en pleno despertar antes de que el cielo oscuro pareciera tragarle de una bocanada.

Horrible víctima y delicioso cazador que caía en la hierba para que sus dedos fueran a enredarse en la maleza y se humedecieran del rocío natural – Ahhh… - el mundo daba vueltas, las estrellas danzaban y él…en solitaria paz olfateaba el ambiente en busca de manjar.

Recuerdos de placer, rojas motas distribúyanse delante de su mirada y el bullicio del mundo lo atormentaba. Ecos del pasado y del futuro resonaban como hormigas en marcha, le acariciaban como el beso de un niño antes de ser degollado y le despertaban la más grata complacencia antes de que se levantara para sacudir la pulcra vestimenta blanca.

Así rojizos labios barrió con el movimiento de coqueta lengua que mojaba todo rastro de resequedad en su dermis. Bochas bermejas se dilataban vivas y ardientes a medida de que las horas avanzaban y el corazón poco cristiano dejaba de latir cuando escuchaba melódicas tonadas en la lejanía, melódicos pensamientos que sabían a conquista y el glorificante sabor metálico en el ambiente que denotaba una presa en las inmediaciones.

Sosegado albergue, la floresta, hacía de manto para el que larga melena detenta. Aquel individuo de ropas blancas que comenzaba a errar en busca de lo que primero llegase, música o… sangre, daba igual.